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La mejor universidad del mundo

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Recuerdo la mañana de un sábado de julio del 2020. La casa era la del hoy ministro Bisonó, para muchos “Ito”. Me había escrito en la semana para vernos ese día, algo usual y conocido para aquellos que lo conocen. Aunque la conversación se extendió, su propósito fue escueto: quería que formara parte activa de su nuevo equipo de trabajo como Viceministro en el Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes (MICM) .

La propuesta no vino de la nada, lo había conocido hacía unos años, allá por el 2016 cuando me tocó ser anfitrión en su visita al lugar donde yo trabajaba en ese momento. Posterior a eso hice contacto con él por vía de un familiar que guardaba relación directa.

Me intrigaba la política, no como actor, sino como mecanismo idóneo para hacer que las cosas sucedan. A él lo vi como una figura que permitiría un acceso decente a ese mundo que me parecía tan complejo, fascinante e inalcanzable. Le colaboré en cosas mínimas, unos discursos aquí, algunas presentaciones allá; conversábamos de algunos temas donde le intrigaban otros puntos de vista, y hasta el ocasional cigarro de sábado o domingo por la tarde. Me integró a su Centro de Análisis para Políticas Públicas y me introdujo a su familia, que luego de conocerla y establecer relación con ella, reconfirmó que mi percepción de él era la acertada.

Debatí mucho aquella propuesta de Julio. Mientras lo hacía me sentía como cocinero aprendiz, siguiendo el paso a paso de una receta llamada tormenta perfecta: un mundo cerrado por la pandemia, combinado con protestas en la Plaza de la Bandera, maridado en un contexto de un reciente intento forzoso de reforma a la Constitución, combinado con unas elecciones interrumpidas por fallos en el sistema electoral, y emplatado en una gran incertidumbre.

Si declinaba no tendría otra oportunidad similar, no contaba con vínculos políticos ni una relación cercana con ningún otro político depurado. Si aceptaba me adentraba a un mundo desconocido sin aparente beneficio más allá de la exposición, y con grandes desafíos a las finanzas personales. Dejaba atrás una carrera profesional en el sector privado que apenas despegaba, junto a sueños y visiones preconcebidas de mi futuro.

Estaba decidido a desestimar, y cuando me apersoné a comunicarle mi decisión no conté con las palabras del “mister”: Yo tú lo pensara bien.Lo que aquí se aprende no lo enseñan ni en las mejores universidades del mundo. Puedo mentir y decir que mi motivación principal fue contribuirle a mi país, aunque fue una de ellas, pero la verdad es que me aventuré motivado por esto, por aprender. Tengo para decir que no se equivocó.

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